El invierno de 1950, fue uno de los inviernos más duros que se recuerdan en la comarca de Las Hurdes, el frío, el viento y la lluvia marcaron la vida de sus habitantes durante varias semanas.
Cierto dia de enero de ese 1950, al atardecer, el vecino de la alquería de Riomalo de Arriba, Marceliano Carrero Martín regresaba a su casa por una de las pistas forestales que conducían al pueblo. El camino se encontraba anegado por el agua, y su trayecto discurría rodeado de un denso bosque de pinos, caminaba pensativo, ensimismado, nada le hacía presagiar que iba a vivir uno de los momentos más angustiosos de su vida.
De repente, al alzar la vista divisó junto a un cortafuegos la figura de un individuo que avanzaba a gran velocidad monte arriba.
Marceliano comenzó a andar cada vez más despacio hasta quedarse inmóvil observando el desplazamiento de aquella figura, tenía cierto aspecto angelical pero aquel extraño personaje también le infundía cierto temor. Al poco tiempo, aquella misteriosa figura se quedó parada a unos cincuenta metros de él mirándolo fijamente y fue entonces cuando a nuestro amigo se le heló la sangre, aquel no era ningún vecino del pueblo, de hecho ni siquiera tenía aspecto humano.
En ese preciso instante pudo observar con claridad a una criatura de gran estatura y cabeza pequeña tapada por una capucha, iba vestido con una especie de túnica blanca que parecía de cuero y que se abría por debajo como si llevase un ventilador, este traje emitía un resplandor tal que iluminó aquel atardecer todo el camino.
Muerto de miedo, e intentando evitar cruzarse de nuevo con el extraño personaje, arrancó a correr campo a través en dirección opuesta a este ser y al pueblo. En su apresurada huida, en una ocasión miró hacia atrás temeroso de que aquel ente le estuviera siguiendo, pero no, aquel individuo continuó su camino dando zancadas subiendo muy rápido monte arriba por el cortafuegos.
Marceliano Carrero dio un gran rodeo para llegar al pueblo, llegando muy cansado, allí sus vecinos lo encontraron pálido, muerto de miedo y muy nervioso, le costaba hablar, balbuceando y como pudo contó lo sucedido.
Desde entonces no se ha vuelto a saber nada más de este extraño personaje, ni siquiera se tiene constancia que haya vuelto a aparecer, hoy los más antiguos del pueblo lo conocen como "el Ángel de Riomalo" por su cierta apariencia angelical |
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