La mañana de aquel viernes 16 de junio del año 2000, eran las seis menos cuarto de la mañana cuando el agricultor Samuel Rodas, llegaba a su finca ubicada en la zona conocida como “La Dehesa” en los alrededores de Escurial.
Aún era de noche, cuando dejó su coche a la entrada de la parcela, y se adentró andando entre los surcos de tomateras, iba organizando mentalmente los preparativos del día, pensaba que más tarde tenía que ir a recoger a sus hijos para que le ayudasen, caminaba pensativo…
Pero en un momento dado, la cabeza y los pies de Samuel se paralizaron, algo llamó poderosamente su atención:
En frente suya, en medio de la plantación, una misteriosa silueta desprendía una extraña luminiscencia, no podía identificar lo que estaba viendo, parecía un bulto, pero ese bulto se movía ligeramente como si tuviese vida, en principio quiso pensar que se trataba de un perro y gritó "¡chucho!" pero aquello ni se inmutó.
El valiente agricultor, sin pensarlo demasiado comenzó a caminar hacia el misterioso bulto, conforme se iba acercando sus pasos se iban ralentizando y se detuvo frente a él cuando estuvo a unos seis metros.
Aquel ser, parecía un extraño enano que desprendía una intensa luz amarilla similar a la del sol cuando amanece, no llegaba al metro de estatura, tenía unos brazos y piernas muy cortos y una cabeza con aspecto humano, en cuanto a sus rasgos faciales destacaban sus ojos de gran tamaño, negros y luminosos, tenía lo que parecía ser una nariz un poco más grande que la nuestra y carecía de orejas.
Su actitud era de lo más inquietante, durante todo el tiempo mantuvo sus piernas juntas y los brazos pegados al cuerpo, parecía estar vigilante realizando barridos visuales con la cabeza mientras su cuerpo realizaba un leve pero misterioso balanceo.
Samuel no pudo ver si apoyaba sus pies en el suelo, pues las matas de las tomateras lo tapaban, tampoco se fijó si portaba algún objeto. Emitía un sonido parecido al de una rueda cuando se desinfla o al de un compresor de aire.
A pesar de percatarse de la presencia de Samuel, parecía ignorarlo.
Presa del pánico retrocedió rápidamente y acudió al pueblo a buscar a sus hijos para que fueran testigos de tan increíble experiencia.
Volvió a la parcela junto a Iván y Jairo, de doce y nueve años respectivamente, cuando se iban acercando, ya desde el vehículo podían observar la pequeña y luminosa presencia entre las tomateras.
Descendieron del coche y se quedaron estáticos junto al camino con la mirada puesta en aquella enigmática presencia que se mostraba indiferente a su llegada mientras continuaba realizando los acompasados movimientos.
Los niños describieron el sonido que emitía como el que produce la hélice de una avioneta al cortar el aire mientras gira.
El pequeño Jairo no se pudo contener y lanzó un grito al extraño visitante, lo que consiguió llamar su atención, por primera vez la figura se giró clavando sus enormes ojos en ellos.
Atemorizados con tal mirada, los tres decidieron volver al pueblo para buscar a más testigos pero a su regreso a “La Dehesa” el extraño humanoide ya había desaparecido.
Los tres quedaron marcados tras el encuentro con este ser, el pequeño Jairo durante un tiempo no quiso salir de casa solo de noche y Samuel estuvo sin dormir 3 largas noches atormentado por la visión que intentaba borrar de su memoria.
1 Comentarios
Este caso no parece estar bien detallado, porque al parecer, el ser debió aumentar de luminosidad al acercarse pues de no ser así, no lo hubiese confundido con un perro. La actitud del humanoide parece la de un "suricato", y como el color del ambos " bichos" es amarillo, el caso tiene veracidad y es muy insólito.