Cuando hablamos de los Maragatos nos estamos refiriendo a esos antiguos habitantes descritos como emprendedores y viajeros, que poblaron principalmente la provincia de León, recorrían el centro y oeste peninsular vendiendo sus productos artesanales. Algunos estudiosos apuntan que los maragatos tienen su origen en pueblos bárbaros y que se convirtieron al Islam durante la conquista musulmana de la península.
La existencia de esta cueva, situada en las Villuercas cercana a Guadalupe, ya hace tiempo que se conoce, de hecho ha sido referida en varias publicaciones de escritores como Mario Roso de Luna que habla de ella en “Del Árbol de las Hespérides” y Fray Germán que también la menciona en “Historia de Guadalupe, la leyenda de la Cueva de los Maragatos”.
De la cueva se dice que hace mucho tiempo sirvió como refugio para ciertos maragatos furtivos que huyendo del Imperio Romano dejaron escondidas allí grandes fortunas y riquezas.
Para encontrar estos tesoros es necesario realizar un ritual: hay que llevar la flor de un helecho macho, dos objetos sagrados, una servilleta sin estrenar y una vela encendida, cómo usar estos objetos lo desconocemos. Respecto a la flor del helecho macho, en Alía solamente florece en la noche de San Juan, mediadas las campanadas de las doce.
Pero los tesoros no son el único atractivo de la cueva, parece ser que en sus paredes se encuentran grabados de manera tosca caracteres extraños que aún no se han podido descifrar.
El caso es que la cueva existe realmente o al menos así la tienen identificada. Por los testimonios que nos cuentan aquellas personas que la han visitado, la entrada tiene un metro con setenta centímetros de alto y poco más de un metro de ancho, se accede descendiendo bastante, una vez dentro existe un giro a la izquierda y a 7 u 8 metros acaba muriendo. (Leer testimonio de personas que han accedido a la cueva)
Parece que en su interior solamente habitan murciélagos y pequeñas arañas entre paredes pobladas por manchas negras, en ningún momento se han podido apreciar las pinturas realizadas sobre las paredes, a no ser que esas manchas hayan sido asociadas a caracteres imposibles de descifrar.
Durante los siglos XVIII y XIX se produjeron en Guadalupe bastantes timos referentes a esta cueva y las riquezas que alberga, había personas que vendían el mapa del tesoro a cambio de importantes cantidades de dinero, una de las familias estafas incluso llegó a vaciar 20 metros de material de relleno de la cueva sin llegar a encontrar nada, cesaron en su empeño cuando fueron aconsejados de ello por el Prior del Monasterio y el alcalde.
Ancianos del pueblo hablan de que probablemente existan más cuevas aún por descubrir, pero ese es otro misterio.
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