En torno a 1948 en Fuente del Arco, por el camino que conduce a la Ermita da de la Virgen de Ara, vivía un hombre apellidado Guardado, este era aficionado a la bebida y cuando se encontraba en estado de embriaguez se dedicada a propagar por el pueblo el rumor de que se entendía con una mujer casada del pueblo.
Esta señora, muy molesta por las habladurías hacia su persona, se encontró cierto día a Guardado durmiendo sus excesos bajo un olivo, harta de los rumores que hacía circular sobre ella, sacó una aguja de coser serones y le atravesó la espalda matándolo.
La mujer fue detenida y encarcelada, pero a los dos años salió absuelta, gracias a las declaraciones del vecindario. Los familiares del fallecido levantaron en aquel lugar una cruz que más tarde pasó a llamarse: La Cruz de Guardado.
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