En los años cincuenta de este pasado siglo XX en el municipio cacereño de Grimaldo se realizaban las obras de construcción de una vivienda junto al famoso Castillo de Bermúdez de Trejo. Los obreros se encontraban a unos cincuenta metros de los muros de la fortaleza excavando los cimientos de la casa cuando comenzaron a descubrir abundantes restos humanos, en un principio no se sorprendieron demasiado hasta que al sacar las osamentas se dieron cuenta que por más que buscaban no había ni rastro de las cráneos de los cadáveres.
Al conocer lo sucedido uno de los intelectuales del pueblo, el señor Circo, fue a visitar las obras y nada más hacerlo afirmó con rotundidad:
- "Esto confirma que la leyenda, desde hoy, se ha convertido en historia".
Y es que la leyenda cuenta que allá por el siglo XV los Reyes Católicos se vieron en la obligación de limpiar la corona de una serie incontrolada de pícaros, vagos, maleantes, pordioseros, sinvergüenzas y ladrones que infestaban pueblos y ciudades. Para llevar acabo tal propósito se apoyaron en la conocida como Santa Hermandad, que fue un grupo de gente armada, pagada por los concejos, con el fin de perseguir a los criminales. Fue instituida en las Cortes de Madrigal de 1476, unificando distintas Hermandades que habían existido desde el siglo XI en los reinos cristianos. Fue, posiblemente, el primer cuerpo policial realmente organizado de Europa. En ocasiones, la Santa Hermandad con unos medios más propios de pícaros que de agentes de la justicia tenía sobre sus hombros la pesada carga de limpiar el lastre depositado durante siglos.
Se cuenta que por aquellos entonces el castillo de Grimaldo era albergue de los caminantes que usaban la ya entonces deteriorada Vía de la Plata. Era sonado en el pueblo que en ocasiones entraban arrieros para alojarse y no se les volvía a ver salir, se decía que durante la noche, mientras dormían, se les asesinaba para despojarlos de cuanto llevaban. Todo esto dio lugar a que la imaginación popular se desbordara: crímenes, enterramientos secretos, riquezas incontroladas.
Pero ¿esto era verdad? Era obligación de la Santa Hermandad averiguarlo.
Con un plan muy bien estudiado varios miembros de la hermandad se disfrazaron de arrieros y pidieron alojamiento en el castillo. Se identifican como pastores trashumantes, poseedores de grandes rebaños e incluso hicieron ostentación de riquezas. Estratégicamente alojados en el castillo esperaron para ver si los hechos esperados se producían y desgraciadamente así fue.
Una noche, un grupo de personas intentaron atacar a uno de los miembros de la hermandad pero en ese justo momento cayeron sobre los criminales todos los demás y los prendieron al grito:
-"Alto a la Santa Hermandad"
Sorprendidos "in fraganti" y para escarmiento general se les impuso una pena ejemplar, se les decapitó siendo colocadas sus cabezas sobre las almenas del castillo para que sirvieran de ejemplo al resto de la población.
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