Jesucristo estuvo en Plasencia

En los primeros días de marzo de 1613 en una de las ermitas que hubo en Plasencia bajo la advocación del Arcángel San Miguel nació María Gómez de Rozas Xáenz, hija de un humilde bordador, natural del Valle de Soba (Cantabria), y de Beatriz una mujer de origen trujillano.

La debilidad de María eran los necesitados, consagro su vida a Cristo y a los pobres, vestía descuidada, andrajosa, hasta el punto de que los niños la perseguían por la calle divirtiéndose a su costa. A su pobre casa, en pleno Siglo de Oro, llamaban a diario mendigos de todo tipo. Para todos había algo, hasta el punto de que agotados sus haberes, intentó venderse como esclava para tener algo con que socorrer a los pobres. No tenía inconveniente en recorrer las casas mas pudientes y los palacios de Plasencia pidiendo limosna para dar limosnas. Con el tiempo María había ido perdiendo vista, su mirada era cada vez más débil y habían mermado el fulgor de sus ojos serenos. Ya solamente veía lo justo para pedir limosna y repartirla.

Cierto día llamo a su puerta pidiendo agua un mendigo, de facciones extraordinarias ocultaba bajo su aparente pobreza, una mirada serena, ademán erguido, luenga barba, túnica oriental, pies descalzos y, en la mano llevaba un bastón de caminante. Tenia cierto aire judío pero esta comunidad siendo la que mas riquezas poseía ¿Cómo iba a pedir un poco de agua a una pobre samaritana? María se le quedó mirando con más detalle y por un momento le pareció tener ante ella al mismísimo Jesucristo.

En ese justo momento parece repetirse la escena evangélica, cuando el mendigo extiende la mano a María la de Plasencia observa en ellas la señal de los clavos, y exclama:

-"¡Maestro!"

Él le responde:

-"María".

Y María, absorta, arrodillada, temblorosa, escucha sus palabras:

-"Anda, sigue, sigue..., con tus pobres, con tu vida. Lo que hicieres con cualquiera de estos conmigo lo haces. Ni un solo vaso de agua quedará sin recompensa. Se ha reducido tu mirada del cuerpo para que veas mejor las almas. Aún te queda mucho por sufrir..."Cuando María quiere seguir el diálogo no puede hablar. Cuando puede, El ha desaparecido.

Tras esta mística experiencia Maria siguió con tu vida, pidiendo limosna a los ricos para socorrer a los pobres. Por su aspecto andrajoso y por querer vivir su fe en soledad era conocida como "La Loca de Plasencia". Todas las tardes cogía un ramo de flores silvestres e iba a ofrecérselo a la Virgen mas humilde de la ciudad, la Virgen de los gitanos. Hasta que una tarde ya no vuelve a visitarla más. Una fría mañana de enero de 1680 las campanas de la catedral doblaron majestuosas y solemnes, como pocas veces suenan. El cabildo en pleno oficia el funeral. El pueblo, olvidando las risas anteriores, abarrota las naves de la Catedral, en cuestión de momentos, Plasencia ha tomado conciencia de que se le ha muerto una santa. En adelante ya no se la conocerá más como María, siempre llevará delante alguno de estos títulos que le ha regalado el pueblo: Santa, Sierva de Dios, Venerable, Beata.

 

De esta extraordinaria historia el único recuerdo que queda es la hermosa cruz de piedra que actualmente se levanta en la plaza de la Cruz Dorada. Esa cruz proyectaba su sombra sobre una casucha vieja de planta única, en la que Jesucristo hablo con María, pero este inmueble fue demolido hace ya unos años.

Fuente: Leyendas Extremeñas / José Sendín
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1 Comentarios

  • Jessica April 04, 2017 reply

    El valle de Soba está en Cantabria, no en Burgos.

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