“Chico Cabrera”, un bandolero solitario

Bernardo Abujeta Becerra, nace en 1833 en el seno de una humilde familia brocense. Segundo de tres hermanos, Bernardo era un chico jovial y campechano, el escritor cacereño Juan Luis Cordero que le conoció en persona lo describió de la siguiente forma:

“Era un mozo de poca talla, jovial, recio, gallardo y bravucón, con trazas de merchán y fama de pendenciero en 60 leguas a la redonda. Y aunque no se le conocían delitos de sangre, nada ni nadie le impedía tirar de la navaja si alguien invadía su terreno”.

De joven trabajó en el campo como jornalero, oficio que parece que no le gustaba demasiado. Estando en una ocasión segando en la finca “La Rapaza”,  junto a sus dos hermanos Pedro y Jerónimo, tuvo un enfrentamiento con el amo que no paraba de tildarlo de holgazán, si no lo impiden sus hermanos lo degüella.

Estuvo casado en primeras nupcias con una tal Celestina con la que tuvo un hijo llamado Guillermo. La dejó y marchó hacia Portugal donde conoció a la que llamaban “La Tía Francisca” o “Mariquita la Cochina”, la cual regentaba una taberna en la brocense plaza de Santa María y tuvieron un hijo, Damián conocido como “El portugués”

En un principio el Chico Becerra comenzó a dedicarse al contrabando de caballerías, y poco a poco fue echando raíces en el bandolerismo, siendo cada vez más frecuentes sus asaltos" pero siendo un bandolero que pudo estar a la altura del Tempranillo, aunque sin esa aura de poder y de robar a los ricos para dárselo a los pobres". Recorrió en solitario durante años las grandes dehesas de la Sierra de San Pedro, conociendo a la perfección cuantas trochas, veredas y ventas salpicaban toda la geografía de la comarca. Aparece y desaparece de Brozas periódicamente sabiendo que de su movilidad depende su salvación, pues desde hace tiempo la Guardia Civil le seguía la pista.

En varias ocasiones fue denunciado por los vecinos de la zona, y también en no pocas ocasiones la benemérita estuvo a punto de capturarlo. En una ocasión estando en una cueva que le servía como refugio en la finca conocida como “Rincón de Araya” estuvieron a punto de apresarle pero el bandolero consiguió escapar por una salida secreta de la gruta. En otra ocasión, a mediados de 1897, según cuenta Juan Luis Cordero en “Cosas de la vida” tras la denuncia de un joven pastor la Guardia Civil también le rondó cerca pero Chico Cabrera escapó con un caballo con las herraduras puestas al revés para dejar huellas falsas. Con el paso del tiempo aquel pastor que le denunció recibió su merecido pues, en los alrededores de la Fuente de los Tomillares le hizo beber agua hasta no poder más y lo colgó boca abajo para que fuera poco a poco expulsando todo el líquido.

Cuentan que con 44 años mantuvo una relación adúltera con la mujer de un molinero del río Salor, cerca de Herreruela. Y es que cierto día que el marido llegaba al molino, vio el caballo de Chico Cabrera en la puerta y decidió volver al pueblo para dar parte a las autoridades. La benemérita se presentó en el molino ordenándole salir con las manos en alto, pero salió del molino plantando cara a la autoridad, un certero disparo le hirió de muerte en la zona del Salor denominada “Charco del Puente”, era el 14 de marzo de 1877, fecha de su defunción.

Y hasta aquí llego la historia de este bandolero con las manos limpia de sangre, pero con una vida que se convirtió en leyenda

 

 

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