Ruinas del sanatorio de tuberculosos: “Enfermería Victoria Eugenia"

La tuberculosis ha sido una enfermedad que ha estado presente de forma constante en la historia de la humanidad, pero no fue hasta el siglo XVII cuando fue considerada como un importante problema de salud pública, alcanzando sus esplendor entre los siglos XVIII y XIX. Debido a la inexistencia de fármacos eficaces para combatirla, a comienzos del siglo XX, a pesar de la lenta mejora en las condiciones de vida de la población, la enfermedad continuaba manteniendo unas terribles tasas de mortalidad. Fue a partir de este momento, a finales del siglo XIX, cuando comenzaron a establecerse en España planes de lucha contra esta enfermedad, todo comenzó en el Congreso de Ciencias Médicas de Barcelona en el año 1888 donde se propuso implantar en el país un modelo sanatorial, pero no fue hasta 1907 cuando se constituyó el Real Patronato Central de Dispensarios e Instituciones Antituberculosas.

Bajo el amparo de dicho patronato, nació en los alrededores de Cáceres, la "Enfermería Victoria Eugenia", concretamente ubicada en la Sierra de la Mosca, en la zona del Portanchito. Fue levantado en el año 1930 con el nombre de la mujer de Alfonso XIII, huérfano tras la muerte de su padre Alfonso XII debido a esta terrible enfermedad.

El edificio constaba de tres alturas orientadas al sudeste con vistas a la zona del Risco, se encontraba en plena naturaleza, rodeado de eucaliptos y pinos y con buena ventilación, en el momento de su construcción fue una obra avanzada para su época pues dicen que contaba con bastantes comodidades como era la calefacción central. En una explanada justo enfrente del edificio existió un pequeño cementerio que sirvió para dar sepultura a los fallecidos en este sanatorio.

El inmueble no llegó a estar en funcionamiento 3 décadas, estuvo operativo hasta los años 50, manteniéndose como sanatorio antituberculoso durante la II República y posteriormente siendo hospital de sangre durante la Guerra Civil. En dicha década de los 50 la tuberculosis comenzó a tener tratamiento y a curarse gracias al descubrimiento de la estreptomicina, por lo que los sanatorios de este tipo empezaron a caer en desuso.

Desde entonces el inmueble se mantuvo abandonado y en ruina progresiva hasta el año 2001 cuando el Ayuntamiento de Cáceres decidió demolerlo por el peligro que entrañaba para los viandantes y para de esta forma recuperar ambientalmente el entorno. Actualmente, y como podéis ver en las fotografías no queda más que un montón de escombros y ruinas que marcan el perímetro de lo que fue el edificio. En frente, donde se hallaba el camposanto aún pueden observarse algunos trozos de lápidas al descubierto. A día de hoy paseando por la zona uno puede sentir la inmensa calma que trasmite el entorno. Entendemos que es un sentimiento muy alejado del de las personas que allí se encontraban internada, conviviendo día a día con la tuberculosis y el terrible sufrimiento de saber que su fin cada vez se encontraba más cerca.

 

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