La Moza de Ánimas, el sonido de los muertos

Esta narración es un ejemplo claro de la religiosidad popular y del culto y devoción cristiano por las Ánimas Benditas. La historia cuenta que hubo una época en la localidad verata de Madrigal de la Vera, que ciertos días al caer el sol el sonido de una esquila rompía el silencio de la villa. Y es que por las oscuras y estrechas calles de la población deambulaba la conocida “Moza de Ánimas”.

La “Moza de Ánimas” no era más que una mujer que recorría la parte alta del pueblo rezando y pidiendo por las ánimas benditas del purgatorio, para que pudieran lograr su salvación. Normalmente este comportamiento obedecía a una manda o promesa que tenía realizada.

La “Moza de Ánimas” solía vestir ropas oscuras, y vagaba parándose en cada esquina por la que pasaba y tras tres repiques de esquila y con voz piadosa entonaba un salmo por todos los difuntos. Solía portar un farol y una esquila o en su defecto campanilla, su conmovedor repique retumbaba entre las pequeñas callejuelas y hacía que cualquier transeúnte que la escuchara evitara cruzarse con ella. Lo cierto es que con tan solo oír de noche a la “Moza de Ánimas” entonar estos lastimeros salmos al toque de una esquila y a la luz de un farol helaba la sangre de cualquiera.

  

Desde el

día que nacemos

a la muerte caminamos

no hay cosa más olvidada

y que más cierta tengamos

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