La leyenda de "El Salto del Gitano"

Desde una época anterior al siglo XV la ruta comercial entre Trujillo y Plasencia transcurría por el actual Parque Nacional de Monfragüe, junto a la confluencia de los ríos Tiétar y Tajo, en las inmediaciones del Puente del Cardenal que fue construido a finales del siglo XV. Esta ruta pronto atrajo a la zona a numerosas partidas de bandoleros que frecuentemente asaltaban a los comerciantes para robarles las mercancías y cargamentos. El problema fue de tal magnitud que, en el siglo XVIII, llegado a oídos del rey Carlos III, ordenó construir en las inmediaciones del Puente del Cardenal la aldea de Villarreal de San Carlos, instalando en ella de forma permanente varios destacamentos de tropas.

Cerca del lugar por donde transcurría esta ruta nos encontramos con una formación rocosa, hogar de buitres y águilas, denominada “Roquedo de Peña Falcón”, una mole de cuarcita más conocida como el “Salto del Gitano “. Y es que el popular nombre del peñón proviene de la leyenda que a continuación relatamos:

Cierto día, en el siglo XIX, dos tratantes de ganado se dirigían desde Plasencia hasta Trujillo para vender en el mercado una cuadrilla de mulas y caballos, cuando se encontraban atravesando el actual Parque de Monfragüe comenzó a ponerse el sol y se vieron obligados a hacer noche en unos chozos situados junto a Villarreal de San Carlos. Durante la noche y mientras dormían, alguien desde la distancia los observaba. Era un robusto, bravo y sanguinario bandido de etnia gitana que desde la lejanía esperaba el momento oportuno para asaltarlos. Comenzó a amanecer y los comerciantes se pusieron en marcha, el bandolero gitano pensó que aquel era el momento y a punta de navaja los sorprendió apoderándose de la cuadrilla de mulas y caballos. Una versión de la leyenda cuenta que los tratantes fueron asesinados tras su encontronazo con el ladrón sin embargo otra interpretación habla de que nada más verle huyeron despavoridos. Sea como fuere, el caso es que el bandolero, una vez robó los animales, montó en una de las mulas atando el resto a remolque y comenzó a alejarse del lugar con premura. Al poco tiempo topó con una pareja de guardias civiles que le dieron el alto. Al verlos rápidamente desmontó de la mula y huyó desesperadamente campo a través, los guardias fueron tras él. La persecución fue larga, escapó por la Sierra de las Corchuelas hasta que llegaron a un enorme roquedo sobre el rio Tajo, a Peña Falcón. El malhechor se paró en el mismo precipicio del roquedo, miró hacia abajo y vio un enorme barranco, giró la cabeza hacia atrás y vio aproximarse a la Benemérita, se encontraba atrapado, pero sin pensárselo dos veces cogió carrerilla y saltó desde lo alto del roquedo, milagrosamente de un salto consiguió cruzar el Tajo y aterrizar en la otra orilla sin apenas sufrir algunos rasguños. Los guardias observaron incrédulos el salto que había dado el bandolero y cuenta la leyenda que en ese mismo instante fruto de su asombro los guardias civiles quedaron petrificados.

Y es que como curiosidad geológica decir que en este roquedo una roca forma la imagen de lo dicen es un guardia civil con su tricornio que mira hacia la gigantesca roca desde donde saltó el bandolero gitano.

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